A su Excelencia, don Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde-duque de Olivares, grande de España y valido de su Católica Majestad, don Felipe IV.
Tengo a bien escribir la presente a vuestra excelencia a fin de narrar las tristes jornadas que culminaron con la caída de la Ciudad de Grolle en manos de los herejes holandeses, a quienes Dios confunda
Fue en la jornada del 19 de octubre del año de nuestro Señor de 1627, día De San Pedro de Alcántara, cuando el nuestro tercio, llamado de Spinola, ante el inminente peligro que suponían las tropas rebeldes en las proximidades de la dicha ciudad de Grolle, entró en ella e hizo acuartelamiento junto con otras tropas españolas, italianas y de las otras naciones que conforman el católico imperio de su Majestad el cuarto Felipe. La jornada transcurrió, pues, entre reforzar las fortificaciones y constatar el peligro que se cernía sobre nosotros al aparecer las primeras unidades que, de inmediato, iniciaron los trabajos de asedio, atrincherando e instalando la artillería que, a no perder el tiempo, inició el batir de nuestros muros.
Las tropas españolas entran para apoyar a las acuarteladas en Grolle.
